R. R. Martin estaba cansado de novelas de fantasía que no eran más que imitaciones de Tolkien escribiendo una especie de La Edad Media en Disneylandia. Gran aficionado a la historia, dijo: «Quería coger esas dos hebras: la magia y el prodigio, por un lado, y la imaginación de la fantasía, por otro, y combinarlas con un poco de la crudeza, el realismo y la complejidad de la ficción histórica.
»Conocí el Muro de Adriano en 1981; era la primera vez que ponía los pies en el Reino Unido y, de hecho, creo que la primera vez que salía de Estados Unidos. Estaba viajando con mi amiga Lisa Tuttle, que colaboró conmigo en la novela Refugio del Viento. Lisa se había ido a vivir al Reino Unido y se había casado con un británico, y me estaba enseñando los lugares más significativos.
Íbamos en coche y llegamos al Muro de Adriano al ponerse el sol: el día estaba llegando a su fin, así que todos los autocares de turistas estaban listos para marcharse; la gente subía a los autocares y se iba porque estaba a punto de oscurecer. Teníamos el muro para nosotros solos, lo cual era estupendo.
Estábamos en otoño y hacía un día frío, limpio. El viento soplaba y me subí al muro: fue impresionante, una experiencia profunda que se me quedó dentro. Unos diez años después empecé Hielo y Fuego, y aún tenía aquella visión y la sensación de que me gustaría escribir una historia sobre la gente que custodia el fin del mundo.»
Martin continuó describiendo el efecto que el Muro de Adriano tuvo sobre sus ideas y el impacto que tiene la influencia histórica en su escritura:
«Pero, por supuesto, en la fantasía siempre juegas con todo. La fantasía es más grande y más colorida, así que un muro de tres metros de altura no me iba a servir. Mi muro mide doscientos metros y es de hielo; y las cosas que salen del norte son mucho más aterradoras que los escoceses o los pictos, que es de lo que tuvieron que preocuparse los romanos.»
El medievalismo influyó enormemente sobre Martin, sobre todo el período entre 1455 y 1487, el de la guerra de las Dos Rosas. En ese intervalo se sucedieron varias guerras entre la Casa de Lancaster y la Casa de York, cuyos emblemas eran, respectivamente, una rosa roja y una rosa blanca, que son las que dan nombre al acontecimiento histórico.
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