«Un mundo dentro del mundo. Estamos frente a una montaña. Allí se deposita el viento. Se abre una puerta. Una criatura extraña mira a través de ella. Se gira. Nosotros miramos tontamente. Nos hace una señal. El viento se levanta.
Allí está de nuevo la montaña. Ya no se ve nada, así puede seguir. Nosotros estamos quietos, miramos a nuestro alrededor.
¿Qué ha sido esto? ¿Hemos soñado, mirado, construido sobre nuestra imaginación? Nadie nos lo puede decir, tan sólo podernos medir nuestros pasos. Esto puede llevarnos hacia puertas nuevas y antiguas si nos dejamos inspirar.»
MENSAJE DE LOS SERES NATURALES
Las mitologías de la Tierra describen los distintos puntos de vista del mundo. Nos muestran las divisiones con las zonas y el orden de los seres, así como la descripción de las dimensiones visibles e invisibles. Todas ellas han sido definidas, pero si observamos la mitología en general veremos que hay aspectos comunes a muchas culturas y comunidades que no han tenido contacto entre sí. Por ejemplo, la división en tres grandes esferas (Mundo Celestial, Terrenal y Subterráneo), que a su vez se pueden dividir en dos o siete niveles.
Estos planos y espacios albergan toda la energía y fuerzas de la Tierra. En ellos se encuentran los reinos de los seres naturales, las criaturas del cielo, los dioses terrenales, los maestros y las maestras.
Estos espacios existen desde hace muchísimo tiempo, o bien se crearon ya desde los orígenes. Pero los espacios que al principio formaban una unidad (existe la creencia de que hubo un Paraíso), se crearon a partir de la caída de la humanidad, con lo que tuvo lugar la separación y la división en las distintas zonas. Al final de los tiempos se juntarán de nuevo los niveles para formar un mundo nuevo, un mundo de libertad, una nueva edad de oro.
Muchas mitologías tienen en común el conocimiento de las puertas hacia los Otros Reinos. Se encuentran en todas partes si uno sabe dónde mirar, y en ninguna si uno es un ignorante. Cavernas, lagos y fuentes sirven a menudo como entrada, pero a veces es suficiente con un soplo de viento, niebla o un estanque de agua para llegar al otro mundo. Las colinas megalíticas, las elevaciones naturales, sobre todo cuando sobresalen en una planicie, los grupos de islas, las formas rocosas, las agrupaciones poco comunes de árboles, las llanuras amplias, las zonas apartadas y los valles son los lugares predilectos desde los que alcanzar otros mundos.
El conocimiento sobre los otros mundos y dimensiones es muy variado. Se encuentran descripciones de los Otros Reinos en todas las culturas de la Tierra. Déjate guiar, paso a paso, hacia una visión más amplia del mundo, la de los Otros Reinos y las dimensiones paralelas.
La doble naturaleza del Ser
El origen y el sentido de la fe y la religión consiste en cruzar el umbral que hay entre el mundo limitado, regido por el conocimiento, conquistado y dominado, y el mundo ilimitado, amplio e infinito. En la antigüedad este paso era fácil, ya que lo terrenal y lo racional del mundo visible estaban unidos a lo invisible e infinito de los Otros Reinos, la dimensión de los espíritus y mensajeros.
Estos seres antiguamente no estaban separados unos de otros. Por esta razón existía un amplio espectro de posibilidades para las personas que querían alcanzar estos espacios nuevos. La entrada a lo infinito se hace más ostensible cuando se trata de otras dimensiones, capas de la tierra y espacios temporales.
Hay una realidad, que existe en este momento, en esta época, en este espacio, con estos seres y objetos, y otra que se puede mover sin límites de forma paralela hacia la extensión; espacios altos, bajos, nuevos y existe, por tanto, un doble del Mundo Terrenal. Pero no sólo este mundo tiene su doble, sino también cada persona, cada animal, cada flor, cada objeto tiene su copia espiritual. Esta doble naturaleza nos permite salir aislamiento de nuestra razón, que limita nuestra concepción del mundo. De esta manera, poco a poco y paso a paso, nos podemos desarrollar hacia lo que ya somos: la unión con el todo.
La idea del doble ya se encuentra en cuentos antiguos y en enseñanzas de todo el mundo. Los esquimales llaman a esta doble naturaleza del ser irzua. Los asba del Níger creen que cada persona tiene una contrapartida en el mundo espiritual. En la cultura persa, los dioses y los seres humanos tienen un doble ulterior denominado fravashi.
Otras enseñanzas describen, por ejemplo, un país bajo la tierra que actúa como reflejo del Mundo de Arriba. El hombre nace primero en el Mundo Espiritual, anda entonces por senderos difíciles desde la morada del alma hacia el Mundo Visible, que atraviesa hasta llegar de nuevo al lugar inicial, cerrando así un ciclo. Esta doble naturaleza del ser nos permite abrir el espacio limitado y entrar en lo ilimitado. En todas partes se encuentran los accesos de un mundo hacia el otro, y la mayoría están ubicadas en nuestro corazón.
Los celtas y los germánicos no separaban el Otro Mundo del mundo real. Para ellos no era una esfera aislada bajo la tierra, o asentada en campos celestiales, sino que estaba relacionado directamente con el Aquí y Ahora. Las puertas hacia el Otro Mundo eran preferiblemente las islas marinas, ya que el Elemento Agua en estas culturas era sagrado. Pero tambien las cavernas, fuentes, agujeros, colinas, montañas, valles y paisajes, sepulturas y rayos. Todas estas ubicaciones podían servir de guía hacia las dimensiones de los Otros Reinos.
Pero el umbral entre el mundo cotidiano y Otro Mundo puede derribarse en cualquier momento; un paso entre ambos mundos y se está en otra parte.
En las historias y dichos antiguos, el Otro Mundo está en todas partes y en ninguna. Se corresponde con la realidad física en cualquier detalle. Todo en él tiene un orden y una estructura determinados, que puede cambiar repentinamente en cualquier momento. Es un mundo de paz, de armonía, de las artes, de los seres maravillosos, pero a su vez viven en él demonios, fantasmas, brujas y criaturas monstruosas con poderes mágicos. Estas contradicciones crean una tensión.
El Otro Mundo no es intemporal, pero el tiempo no se rige según las premisas terrenales: un segundo puede abarcar una eternidad, en dos minutos pueden pasar años.
En los Otros Reinos se encuentran los verdaderos espejos del poder. Allí se tensa el hilo que teje el tapiz de la vida a partir de los acontecimientos y experiencias vividas. Los seres humanos vivían de forma natural con los seres de los Otros Reinos, aunque no pudieran verlos físicamente. Existían distintos rituales y festividades en los que se creaba un espacio común para que los seres de los distintos niveles pudiesen comunicarse entre ellos. Allí los hombres obtenían las señales y mensajes para el tiempo presente y futuro.
Esto ocurría, por ejemplo, en las festividades de los ocho años, en las fiestas del sol y la tierra. Pero también en todas las demás ocasiones en las que había algo que celebrar: bodas, entierros, nacimientos, homenajes, conmemoraciones... ceremonias en las que los seres de los Otros Reinos asistían romo invitados.
Existían mensajeros, que servían de intermediarios entre los distintos mundos y que estaban en continúo contacto e intercambio con los dos reinos: eran los denominados hechiceros, druidas, magos, brujas, curanderas... héroes, santos y guías de los seres humanos que visitaban los Otros Mundos para ser bendecidos e instruidos (cómo tenía lugar está descrito en la leyenda del rey Arturo). Allí existen los seres y lugares más dispares, aunque son comunes a distintas culturas.
Se cree que hay entre nueve y diez reinos repartidos en el Mundo Superior (o Mundo de Arriba), Mundo Intermedio e Inframundo (o Mundo de Abajo). El Mundo Terrenal y el Más Allá.
Con el paso del tiempo, las distintas realidades se redujeron al Mundo Terrenal y al Más Allá. Esto acentuó aún más la separación. Este lado es el Mundo Terrenal espacial, firme y visible, el hogar de los seres humanos hasta su muerte. La estancia de toda la naturaleza y dioses/as, y de los espectros terrenales, elementales y naturales, que se encuentran como en casa en las tres dimensiones.
La vida en el Mundo Terrenal está limitada temporalmente, la muerte crea el umbral hacia el Más Allá, la frontera entre los dos reinos. El Más Allá sirve para designar las dimensiones Exterior, Inferior y Superior. Es la residencia de los dioses y las diosas, de los maestros, ángeles, espíritus y almas de los difuntos. Es el espacio que sólo se puede reconocer, sentir e intuir si uno se debe a su percepción.
En los mitos y leyendas, los conceptos Mundo Terrenal y Más Allá están separados. Para pasar de uno a otro, se tiene que caminar sobre un río, mar o golfo o bien cruzar un puente, un túnel o una puerta. En las iniciaciones, rituales o pruebas, los dos mundos se rozan o se funden por unos instantes.