Hablemos ahora de los basiliscos.
Según se cuenta, este terrible animal sólo se encuentra en los subterráneos, los antiguos pozos abandonados y los más sombríos agujeros. Su mirada da por sí la muerte; mas para ello es preciso que él sea el primero en veros, porque de lo contrario, si sois vosotros los que le veis antes, muere.
Su nacimiento no es menos singular, pues sale de un huevo de gallo; así es que los labradores tienen, buen cuidado en romper esos pequeños huevos sin yema que algunas veces ponen las gallinas antes de alcanzar la edad adulta, porque están persuadidos de que los ha puesto un gallo y que de ellos nacería un basilisco.
El de los antiguos era otra especie de basilisco: habitaba la Cirenaica, y aunque no hubiese nacido de un gallo, no por ello era menos terrible. Su longitud no excedía de seis u ocho pulgadas y puede conjeturarse que carecía de patas, porque Plinio y Elio dicen que tenía el cuerpo de serpiente, y sin embargo añaden que no se arrastra serpenteando sino que camina derecho ante él y con el cuerpo levantado; su cabeza es muy puntiaguda, la boca grande, los ojos resplandecientes y todo su cuerpo es negruzco salpicado de manchas: lleva en la frente una estrella blanca en forma de corona.
Como el primero, su mirada produce la muerte, y es tan temible, que aun las serpientes más peligrosas huyen con sólo oírle silbar. Su aliento es tan venenoso que mata y seca las hierbas y los árboles; quema por donde pasa cuanto toca y rompe las piedras por su simple contacto.
Un caballero quiso un día matar uno con su lanza; pero es tan sutil su veneno, que subió a lo largo del astil y mató al hombre y al caballo. La naturaleza, dice Solinus, tiene siempre cuidado, en este mundo, de dar compensaciones.
Este horrible basilisco hubiera acabado en breve con el mundo si no tuviera un enemigo más poderoso que él, la comadreja.
Si se pone una en la madriguera de un basilisco, la cual se descubre por la desolación del paisaje quemado en sus contornos, el aliento y el olor de la comadreja producen en el asqueroso reptil igual efecto que el producido por él en los demás animales: muere envenenado.
Podría referiros muchos otros cuentos acerca de los basiliscos; pero como los cuentos antiguos tienen por objeto hacer dormir, y supongo haberlo ya conseguido, os doy las buenas noches y, cual vosotros, me voy a acostar...
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