sábado, 8 de agosto de 2020

EL SIMBOLISMO PROFANO DEL UNICORNIO


Varios estudiosos cristianos, y más particularmente C. Hippeau, han preferido no silenciar el significado moral, pero del todo humano que los Bestiarios de Amor, contemporáneos de los Bestiarios divinos, atribuían a la antigua leyenda del licornio entregado a los cazadores por la doncella. 

Quisieron ver en él el emblema del hombre que, prendado de amor leal por una mujer, tiene fe en ella, se confía a ella, y se ve defraudado y traicionado por ella.

Richard de Fournival, entre otros, en su Bestiario de Amor en el siglo XII, y Teobaldo, conde de Champaña y rey de Navarra, que vio florecer la juventud de San Luis rey, nos hablan, en un lenguaje de un patetismo impresionante, ese cruel desastre del amor humano.

Teobaldo de Champaña, dolorosamente tocado por haber visto derrumbarse las esperanzas que se le habían dado, canta su sufrimiento en estos términos:

«Como el unicornio soy, 
Que se pierde deslumbrado 
Cuando a la doncella va mirando, 
De tan prendado que está de su amiga; 
Pasmado yace en su regazo 
Entonces lo matan a traición... 
Y a mí me han hecho una cosa parecida 
Amor y mi Dama, por ver; 
¡Mi corazón ya no puede recuperarse... 

Por otra parte, la piedad de la Edad Media nunca fue despiadada con estas quejas del corazón «afligido por la gran angustia»; nuestros santos de hoy en día no son los primeros en inclinarse, para curar sus grietas, sobre la pobre arcilla con la que Dios nos ha formado.

Durante toda la Edad Media, «nuestros cancioneros y nuestros romanceros a menudo compararon el licornio con el caballero domado por el Amor y por la Dama"».




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